En el pensamiento griego el
conocimiento es un proceso intelectual, a través del cual el hombre, después de
haber entrado en contacto con la realidad externa, se la apropia y la
representa a través de ideas y de conceptos, pero sin quitarle su carácter
objetivo.
La presencia de estructuras escolares
está atestiguada en Israel desde los tiempos más remotos; a ellas se refieren
algunos textos bíblicos, a los que se ha añadido recientemente el
descubrimiento de algunos restos arqueológicos. Pero se sabe muy poco de los
métodos que usaban en la enseñanza, indicaba Guerra. La enseñanza en el mundo
bíblico, decía Luis María, no tiende tanto a la formación intelectual del
joven, sino a una formación integral de la persona insistiendo más en la
voluntad que en la inteligencia. A partir de la Alianza (fruto de una
iniciativa libre de Dios), comienza la relación permanente que Yahvé establece
con Israel; las relaciones entre Dios y su pueblo se han descrito a menudo con
terminología del conocimiento y de la enseñanza. En conclusión, indica Luis
María, es importante subrayar el aspecto personal dinámico de la enseñanza
divina: Dios enseña, educa, no comunicando nociones, sino dándose a conocer
mediante sus obras. Dios educa a su pueblo presentándose como un modelo a imitar.
¿Qué medios utilizaba Dios para
instruir a su pueblo?, preguntaba Luis María Guerra. Utilizaba intermediarios. En
primer lugar, a Moisés, en calidad de guía y mediador de la Alianza. La
enseñanza dada por Dios a través de Moisés, se transmitía de padres a hijos. Además,
se les reservaba una tarea específica a los sacerdotes: Eran los depositarios
del conocimiento del Señor y de ese conocimiento sacaban su enseñanza, llamada igualmente
Torah. También los profetas desarrollarán esa labor de instrucción, pero a
diferencia de los sacerdotes, que se inspiraban en la enseñanzas recibidas, lo
profetas eran los portadores de Dios, que les indicaba en cada ocasión lo que tenían
que comunicar al pueblo. Y por último, los sabios, que eran escribas y llevaban
a cabo la recopilación de las antiguas tradiciones de Israel. El escriba desempeñaba
la función principal de intermediario de la enseñanza divina.
La enseñanza dada por Dios
directamente o por medio de los intermediarios antes mencionados, tenían la finalidad de suscitar por parte del
pueblo una respuesta de fe., que a menudo se describe como un acto de
conocimiento.
La enseñanza de Yahvé consiste en una transformación en el corazón de las
personas, afirmaba
Guerra.
Luis María Guerra apuntaba a
continuación, a la enseñanza de Jesús y de los apóstoles.
Aunque no parece que Jesús fuera a
las escuelas rabínicas, todos se dirigen a Jesús como Maestro. Fue llamado rabí
por sus discípulos y por otras personas. Enseñaba con gran autoridad y no como
los maestros de la Ley, cosa que causaba fascinación.
Jesús se distinguía de los escribas,
porque escogía él mismo a sus discípulos entre personas adultas, pidiéndoles
que lo dejaran todo, para ir por el mundo predicando.
El desplazamiento del profesor
actual, poco tiene que ver con el de Jesús a lo largo de su vida pública, apuntaba
Luis María; “Camino de Jerusalén, iba recorriendo pueblos y aldeas, enseñando”
(Mc 1,14 y par). Vendría una conducta similar en la vida de los discípulos de Jesús
durante los años siguientes a la resurrección.
El auditorio de Jesús en la enseñanza
no eran solo los privilegiados. Dirigía su enseñanza a todo aquel que quisiera
escucharlo, en primer lugar, a la muchedumbre. Jesús hablaba también a los
jefes del pueblo y de vez en cuando instruía
aparte a sus seguidores más cercanos. Se
complacía además, en incluir a las mujeres como destinatarias en su enseñanza,
una novedad importante, pues hasta ese momento, aclaraba el ponente, solo los
hombres podían recibir las enseñanzas. La mujer era parte frecuente de su
auditorio.
Los primeros maestros de Jesús, como
ocurre en la educación de nuestros días, fueron sus padres. Luego la escuela, donde
por la escasez de documentos escritos en esa época, era normal que los métodos de
enseñanza oral siguieran distintos métodos de aprendizaje memorístico. La relación
entre el alumno y el maestro era, además, íntima, muy semejante a la relación
entre padre e hijo. Y a medida que iba madurando, Jesús se iba enriqueciendo
con otros elementos externos: el mundo de la naturaleza, el mundo del trabajo,
el mundo social… y como no, la sabiduría que viene de lo alto.
Jesús fue un gran maestro profético.
Lleno del Espíritu de Dios, y proclamando la Palabra de Dios con pasión y
autoridad, compartió la visión y previsión de los profetas como intérpretes en
tiempos de crisis, su compromiso con la justicia en favor del oprimido y su
valor para enfrentarse a los poderosos. Jesús
fue maestro de un estilo de vida, concluía Guerra, con lo que aunque no todos
reaccionaban de manera positiva a sus enseñanzas, “muchos quedaban atónitos de
su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus maestros
de la ley” (Mt 7, 28-29).
La tarde continuaba con la exposición
de varias comunicaciones, que ayudaban a seguir descubriendo nuevos elementos que
rodean al mundo de la educación.
Por último, como cierre del cuarto
día de estas Jornadas, tomaba la palabra Cristóbal Déniz, director del Istic,
que presentaba a nuestro último ponente como un hombre con una gran inquietud
por la educación y una especial sensibilidad hacia los grandes signos de los
tiempos: Mons. Raúl Berzosa Martínez, Obispo de Ciudad Rodrigo.
Estamos en un cambio de época donde
está en juego el modelo de hombre y mujer, “la antropología”, comenzaba
Berzosa, para desarrollar su ponencia sobre la “Educación integral e
Iglesia: retos sociales y nuevas respuestas”.
Hay siete modelos de antropología
sobre el tapete cultural, indicaba.
¿Por qué está en crisis la
antropología?, preguntaba Berzosa: Porque estamos en una nueva sociedad que
algunos denominan tecno-líquida y gaseosa, de la ligereza y psico-política.
Y como decía Ortega y Gasset, que “yo
soy yo y mis circunstancias”, los educadores del siglo XXI tienen que hacer
posible una educación integral. Es lo que el Papa Benedicto XVI llamaba
emergencia educativa.
La tarde del viernes, último día de las
Jornadas, se desarrollará en el Instituto Superior de Teología de las Islas
Canarias con las siguientes
intervenciones:
A las 17:00 horas: Ponencia: “Desafíos éticos
de la educación hoy”. Dr. Daniel Barreto González, profesor del Istic Sede Gran
Canaria.
A las 18:30 horas. Conferencia de clausura: “Aportes
de la fe cristiana para la educación en la sociedad actual”. Dr. Javier María Prades
López, Rector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso.
Crónica de La Provincia
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